EL HAMBRE
Llegará el hambre.
Sé que no cederá su despotismo,
que roerá las tripas y como
presagio
dejará un rastro insobornable
de hiel y amargura.
Pero no es en tu cara donde se
reflejará,
hijo de impúdico poder,
en ti no habrá esa mirada hueca
que provoca desamparo,
ni espectro serás de una cosecha
baldía.
Llega el hambre y sé que se
ubicará
en cada cuenca de los ojos
que morderá mejillas sonrosadas
y
sin piedad
plantará un ciprés en la puerta de
cada casa.