RESEÑA ESCRITA POR GLORIA DE FRUTOS AL LIBRO DE AMENTIA - EDITADA EN FACEBOOK..EL 21 DE ENERO 2018.
La razón y la sinrazón habitan un territorio cuya frontera es tan indefinida que, a veces, cuesta saber en el lado donde se encuentra la una y la otra.
La poesía de Carmela Rey abre caminos por ese “mapa del instinto” que conduce a la sabiduría. Con un lenguaje sencillo y una profunda intención deja muy claro al lector que la libertad, a veces, tiene un precio demasiado alto: “El camino hacia la cordura/ lo perdiste una noche siendo pájaro”. Al leer estos versos no puedo remediar evocar a Leopoldo María Panero, un día le oí decir que él vivía en una ventana oscura y al asomarse creía que los pájaros volaban por él.
A medida que se avanza en la lectura, la respiración se contiene para que las palabras-luz, inunden cada rendija de ese nido construido con infinitos materiales de deshecho vital. “No olvidas los momentos amarillos, /se amotinan en luz,/contigo/ descienden a la noche”. No hay barreras para el insomnio cuando el poema llama y reclama y exige la desnudez total.
Hay palabras-piedra que golpean con fuerza: “Maniatado al silencio/ el miedo corre por las avenidas”. Y es que la mente es un laberinto de callejas y rincones donde cualquier intruso puede esperarte. Carmela Rey no admite intrusos en su obra, no hay discurso en su poesía, la sobriedad domina el espacio y la forma. Se contiene el dolor de la certeza: “No hay vida que por muerte no venga”.
La voz de Carmela Rey tiene un ritmo sosegado y fluido, durante todo el poemario; es en los dos últimos poemas que conforman “Vuelta al nido”, cuando ese ritmo se acentúa, no hay tiempo para reproches: “No más preguntas”.
Pero sí más lecturas. Las que cada día alimentan mi ansia lectora, las que cada vez me indican cómo caminar por el caos sin perder la dignidad.
Leyendo “De amentia” he aprendido a deslizarme por el silencio, a despejar dudas, a entender vacíos… “Y escupir sin más”.
Leyendo “De amentia” he aprendido a deslizarme por el silencio, a despejar dudas, a entender vacíos… “Y escupir sin más”.