A Carla Badillo Coronado
Se
deslizan, desde el cielo
pañuelos de gran tamaño.
Uno
trata de cobijarte
y
tú te acurrucas como un feto ensangrentado.
Y
crecen de ti,
a
través del cordón umbilical que te une a la tierra,
brazos
como retoños que abrazan
a
todas las mujeres que fuiste y que serás.
Más
tarde, te colmas de sangre y nido
y
un pulso de tus senos
viertes,
como un umbral
o
como un temblor de boca
en
selvas y asfaltos.
Y un despertar en su regazo donde una mirada lo dice todo, donde la vida puede correr tan deprisa como quiera, porque a su lado ya esta completa la dicha...
ResponderEliminarCuana tristeza en este poema, sin que ello disminuya para nada su belleza...
ResponderEliminarmis saludos
Interesate escrito amiga, un placer el visitarte, saludos estalares desde mi querida Guatemala
ResponderEliminarTe veo, te veo, cobijada bajo una nube, abrazando a las que fuiste y a las que serás. Te veo, afortunadamente, hoy está nublado.Un abrazo
ResponderEliminarBuenas tardes Carmela, discúlpame que no haya pasado antes por tu blog, con poco tiempo siempre y tantos seguidores no llega a veros.
ResponderEliminarbellas letras con un tinte empañado por la tristeza y bellas metáforas.
Con ternura te dejo un beso.
Sor.Cecilia