domingo, 13 de septiembre de 2015

DE CUANDO TUVE PECES DE COLORES





                                                    Obra de Enrique Cuásquer Naranjo


                  
                       DE CUANDO TUVE PECES DE COLORES



Me gustaba mostrarles mi mirada terca,
a ellos espiarme, con qué inquisitivos
ojos, tras el cristal.
 

Ninguno sospechaba la elegancia
con la que se movían en aquel
engañoso
fondo marino.

Sometidos a aquella agua encarcelada,
de vez en cuando
 –qué desgracia-,
 uno emergía inerte.
 

Y a su alrededor nunca vi ni duelo,
ni dolor.


Yo tuve un acuario
con peces de colores y anhelé
formar parte de aquel ecosistema,
mas,  díganme...


¿podrían Uds. dejar
de manifestar su dolor a gritos,
podrían dejar de llorar la muerte?

2 comentarios:

  1. Una reflexión poética muy atinada, querida Carmela. No sé si el dolor o la conciencia de finitud puede silenciarse. Somos siempre una queja que busca palabras para ser oída. Un gran abrazo.

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    1. No creo que se pueda silenciar José Luis, el dolor o la conciencia de finitud, porque como tú bien dices, somos siempre una queja. Será que la vida lleva siempre una mochila cargada de mudos gritos. A veces, se escuchan. Un abrazo

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